Una de las formas de economía colaborativa que han surgido al abrigo del desarrollo de Internet y las Redes Sociales es la plataforma Blablacar. una forma de viajar y conocer gente y lugares en coches de particulares.
Más de uno se echa las manos a la cabeza cuando alguien le cuenta que viaja habitualmente en Blablacar. ¿Y si el conductor es un loco? ¿Y si va borracho? ¿Y si intenta agredirte? Estas dudas son razonables, pero es que el turismo colaborativo se basa en la confianza mutua y en la buena fe de las personas. Blablacar es un buen ejemplo de esta confianza establecida entre dos desconocidos que deciden compartir su viaje. Por supuesto, siempre pueden darse casos de experiencias desagradables, pero en la mayoría de los casos el viaje es satisfactorio para todas las partes implicadas.
La mecánica de esta forma de economía colaborativa es sencilla: yo tengo un coche y debo realizar el mismo viaje periódicamente, no tengo ganas de hacerlo solo y además puedo compartir los gastos. Ofrezco las plazas de mi coche a un módico precio y hago de chófer hasta el destino en cuestión. Una iniciativa ciudadana convertida en negocio que se basa en una forma moderna de autostop, que está triunfando en España y en Europa. Además, optimizando esas plazas hago mi viaje más sostenible, ya que de otra manera viajaría solo,y esas personas podrían también usar su vehículo en solitario, multiplicando las emisiones de CO2.
Jóvenes que se van a hacer turismo a cualquier ciudad de España, que visitan las fiestas del Pilar, las Fallas o la Feria de Abril. Personas que prefieren adaptar el horario y lugar de recogida a sus preferencias, y que, además, saben que se van a ahorrar un dinero, cuando no, a conocer gente nueva. Estas son las premisas de Blablacar, una plataforma que ya cuenta con 3,5 millones de usuarios en España.
Blablacar llegó a España hace siete años como modelo de economçía colaborativa, y cada vez más personas han decidido cambiar el autobús por el sistema de coches compartidos. Los usuarios ahorran tiempo, dinero, viajan cómodos y tienen la posibilidad de conocer a otras personas.
Y una vez en el punto de destino, las nuevas tecnologías nos permiten continuar utilizando diferentes servicios de turismo colaborativo, como plataformas de alquiler de viviendas particulares, como Airbnb, o buscar un bed&breakfast, una de las formas de este tipo de turismo más antiguas que existen.
Sin embargo, los proveedores de viajes en autobús están en desacuerdo con la legalidad de Blablacar, permitida desde principios de este año gracias a una sentencia que afirma que “el uso de blablacar se adscribe exclusivamente al transporte en vehículos compartidos por particulares” y no se hace un uso profesional de dichos vehículos, como ocurriría con Uber. El juez contempla que los conductores ni están contratados por Blablacar ni pertenecen a una empresa, sino que se ofrecen a la plataforma buscando personas que tengan interés en realizar ese mismo viaje y pagar, no por un servicio, sino pagar el propio coste de un viaje. Una forma de economía colaborativa perfecta para ahorrar.
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