Aún no hemos terminado este 2016 y se avecina un año en el que el turismo va a batir casi todos los registros turísticos. Tras un verano de noticias resaltando los grandes indicadores turísticos de los que gozamos, políticos, empresarios y hasta sindicatos (por aquello de las contrataciones de verano) se han encontrado inmersos en una borrachera de éxito y parabienes para todos.
Y es verdad. En un año de una gran incertidumbre político-económica, el turismo ha vuelto (siempre lo hace...) a sacar la cabeza por nosotros como casi único sector en el que somos una potencia mundial. Según las previsiones de la UNWTO (Organización Mundial del Turismo), España está muy bien colocada para desbancar a EE.UU en la segunda posición en mayor número de viajeros recibidos (en 2015 Francia ocupaba el primer lugar con 84,5 millones seguida de EE.UU con 77,5 millones y España con 68,2 millones).
Según Turespaña y el INE, hasta el mes de Agosto nuestro país ha recibido un total de 64 ,9 millones de viajeros (casi 4 millones más que en mismo periodo en 2015), por lo que todos los presagios apuntan hacia más de 70 millones de turistas, una cifra récord jamás alcanzada en la historia turística del país. Tanto es así, que según la patronal Exceltur el PIB turístico aumentará en un 4,4%, por lo que se situaría por encima del 15% PIB.
Sin embargo, más allá del más del claro impacto positivo del turismo en nuestro país, debe ser nuestra misión analizar desde una perspectiva más amplia las consecuencias de este panorama tan favorable.
Desde el punto de vista de empleo, es incuestionable que el turismo tiene mucho que aportar, ya que el trabajo en este sector ya supone el 13,6% del empleo total de la economía española. Según los datos correspondientes al segundo trimestre del 2016, hay más de 2,86 millones de personas que trabajan en actividades turísticas, un 4,8% más que en el mismo período de 2015.
Si analizamos las variables económicas debemos fijarnos en el gasto medio, un indicador que ya no se presenta tan próspero como las cifras anteriores. Es verdad que llegan más turistas, pero cada vez gastan menos. En el primer trimestre del 2016 las entradas crecieron un 11% pero el gasto medio y medio diario retrocedieron. Esto es debido en parte a la estructura de nuestra demanda, la cual se caracteriza por unos mercados emisores como el británico o el francés, para los que España es el destino preferido entre sus clases con no un muy alto poder adquisitivo. En cualquier caso el problema es antiguo, ya que llevamos más de 15 años con una paulatina caída del gasto medio y no hemos sabido remediarlo.
Puede que el problema sea de posicionamiento y producto. Debemos ir a por segmentos con un gasto medio más alto, como es el caso del Turismo cultural, el Premium, Enoturismo o Foodies, y dejar de promocionar lo que ya todo el mundo entero sabe: el buen clima, las playas y el sol.
Pero..... ¿Cuántos turistas caben en España? ¿Cuántos somos capaces de soportar?
Estas son las dos grandes preguntas que debemos hacernos, tanto los empresarios turísticos como la sociedad española. En este año de records y de conexiones en directo desde la playa de la Concha y Benidorm, también los medios se han hecho eco de una realidad casi inexistente hasta ahora: el rechazo al turista.
Este ha sido el verano de las pancartas anti-turismo: "Tourist go home; Refugees welcome", "Stop guiris" y "El turisme destrueix la ciutat", son algunas de las proclamas blandidas por los vecinos de la Barceloneta, Magalluf, Palma de Mallorca, Ibiza o Formentera.
Esta ha sido la otra cara de nuestro gran año turístico: poblaciones cuyos vecinos comienzan a saturarse del turismo porque les perturba en su día a día. Y recordemos que este panorama de crecimiento probablemente seguirá a consecuencia del llamado "trasvase de turistas", provocado por la inestabilidad de los destinos competidores del Mediterráneo Oriental. La inestabilidad en estos destinos se ha traducido en una pérdida de más de 4,6 millones de turistas. Y este es un problema que a medio plazo parece no tener solución, por lo que desafortunadamente para ellos, España seguirá beneficiándose de esta penosa situación.
Por lo tanto, nos enfrentamos a unos años de crecimiento turístico, por lo que es importante que los diferentes destinos nacionales gestionen correctamente estos grandes flujos turísticos. Este tema se debe abordar y discutir con la madurez que necesita este sector, sin que unos sean acusados por otros de ir en contra del turismo, o los otros de cargarse el medioambiente y las sociedades locales. He aquí los retos:
En este sentido, se deberán poner en marcha acciones de sensibilización de la población local en pro del turismo, reconducción de flujos turísticos hacia otros destinos o recursos, establecimiento de umbrales máximos de visitantes o la implantación de una tasa turística son algunas de las medidas que se deben estudiar durante los próximos años.
Está claro que nos espera un futuro muy prometedor, pero debemos ser capaces de gestionar correctamente el idilio con nuestro principal sector económico. Recordemos que del amor al odio, sólo hay un pequeño paso.
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